martes, 4 de diciembre de 2007

Ejercicio 6

Es cierto que Figueroa y compañía cayeron en cama después de meterse con la esposa del líder de ellos, y recibir de éste una sarta de furiosas e ininteligibles palabras. Que en los últimos días cada uno de los hombres de ese grupo ha padecido insufribles fiebres al punto de que ahora han perdido hasta la sombra, y la única presencia que recorre su camarote es la de la muerte; tanto, que el resto de la tripulación ha ido a despedirlos ya. Hasta el capitán. Pero no podemos hacer nada contra estos demonios. Cuando los compramos en Dakar a un compatriota sumaban doce, y nosotros éramos más y cada uno portaba tremendos arcabuces. Pero en el trayecto a Veracruz perdimos muchos hombres; el sarampión o la cólera los consumió, y los terminaron las brujerías de éstos. Ahora se pasean por la borda como si no tuvieran dueño y han dejado de obedecer la órdenes del mismo capitán. No son tontos, saben contar y tienen claro que las cosas se han volteado. Es cosa de horas para que aprovechen la nueva bandera del Reina Sofía y pongan en su justo sitio las cosas.

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