sábado, 15 de diciembre de 2007

Un sauce por la ventana

Hay una novela del hispano-argentino Andrés Neuman que lleva por título La vida en las ventanas, donde el universitario Net, un cuasi-detective, valiéndose del Internet, de la amistad con Xavi, y las ventanas de Windows, se dedica a desentrañar misterios. Yo, ni me llamo Net (ni Flux, ni Bit, para el caso), ni poseo la violencia y las entrañas para ser un detective, pero lo que sí es que a veces me queda la sensación de que mi vida se hace a través “de las ventanas”. Siempre he reaccionado, más con flojedad que con otra cosa, ante los representantes del viejo orden que ven en la “era digital” el derrumbe de la civilización. Pero hace pocos días me di cuenta de cómo nuestra vida en verdad pudo haber palidecido. Leía los primeros versos de “el” poema de Octavio Paz, Piedra de sol (“un sauce de cristal, un chopo de agua…”), y tuve que ir a Google Images para poder entender de qué me hablaba nuestro poeta. No me alcazaba la imaginación para dibujar un chopo en mi mente, y del sauce sólo sabía que era un árbol y no un anglicismo que se coló a nuestra lengua. Me bastó con teclear un par de letras para dar por satisfecha mi necesidad inmediata de recrear un sauce y un chopo, pero me quedo el vacío del que siempre ha negado una nariz prominente y de pronto conoce el espejo octagonal del vestidor, donde todos los ángulos del cuerpo son visibles. No puedes leer literatura, es más, no puedes andar por la vida con una sola burda imagen de lo que es un árbol: un tronco simplón, cuyo mejor adorno son algunas rugosidades sinuosas como marca del tiempo, y con hojas que suponemos verdes, pero que en realidad pocas veces lo son tan absolutamente y que más bien cobran tonalidades mucho más ricas. Recordé que A., una compañera de la universidad, había dicho necesitar una educación silvestre.

-Siento que no diferencio a los animales. Por ejemplo, ¿qué distingue a un chita de un guepardo?-dijo. No mames, y eso es básico.

En ése momento me pareció más una ocurrencia que una idea. Ahora pienso que hacer maletas, colocarse un sombrero de cazador y armarse con un pesado rifle de doble boca, para partir de safari, podría ser la mejor inversión para una vida cuyos confines son las cuatro líneas que arman el rectángulo de una ventana, y que tiene la profundidad de un monitor.

1 comentario:

Jordi dijo...

Tienes mucha razón. Y soy un claro ejemplo de analfabeto de lo natural. El otro día hablando con la Nueva -mi compañera- quedó claro que ignoro qué relación existe entre el pollo y la gallina. ¿Es su hijo? Por supuesto, cuando leo novelas sobre pollos y gallinas me pierdo lo esencial.
Bromas aparte, tienes razón. Gracias por tu visita. Te visitaré.