miércoles, 12 de diciembre de 2007

En torno a una foto de Jose Emilio Pacheco

Es la semana final de mi tercer semestre de universidad. Mi paciencia comienza a agotarse, y trato de mantener el buen humor. Cierro los ojos e imagino los días de vacaciones en mi sillón, al lado de una mesa con un anillo de agua justo donde estuvo mi taza de té. Imagino también las mañanas en pijama y un cigarro en los labios. No es lo más saludable, pienso. También haré algunas abdominales. (Continuo sin dilucidar la forma correcta de hacerlas, a pesar de que he visitado varios sitios sobre salud y deporte en Internet y he preguntado con amigos.) Intentaré, además, correr; incluso he pactado con un amigo para apoyarnos mutuamente y visitar las pistas de los Viveros. Pero aun no estoy libre. Tengo algunas horas de trabajo por delante y quiero despedirme del día, ya. No puedo aun: en lugar de trabajar, pasé la tarde leyendo a José Emilio Pacheco, paseando por la Roma e Insurgentes siguiendo las huellas de Carlitos; del Colegio México al departamento 4 donde vivía Mariana, y de vuelta a Insurgentes a encontrarnos con Rosales. Me reclamo no conocer más rigurosamente la geografía de mi ciudad. ¿Dónde está Zacatecas y dónde estuvo el tranvía que cruzaba la avenida Coyoacán? ¿Cómo voy a escribir sobre la ciudad si me pierdo en sus calles? Ahora observo la foto (la que se ve justo arriba) tranquila de Pacheco en su biblioteca desbordante. Imagino el día; la situación. Llegó con una amiga de la Universidad. Le pidió un libro. Él le pidió que lo esperara en la sala mientras lo buscaba, pero tardo demasiado y ella decidió, cámara en manos (estudia fotografía, ¿qué otra cosa podría ser?), ir a verlo. Lo encontró como a un bebé escarbando entre sus juguetes. Le pareció simpática la imagen y aprovechándose de su ascendiente sobre el mozo Pacheco lo convenció de tomarle una foto que ahora debe parecerle pretenciosa o, acaso, insignificante. Las mujeres nos desarman, yo lo entiendo. Justo ahora padezco su imperio. Me mareo de sólo pensarlo. O quizás es la culpa de haber castigado al papel con mi arrogancia y descortesía. Me voy. No quiero importunar más. Buenas noches.

1 comentario:

Sonic Reducer dijo...

Hola, en realidad la foto es de Rogelio Cuéllar. Peor tu historia, en cuanto ficción, es válida.

Saludos.