miércoles, 31 de octubre de 2007

The Locked Room I


"Before Faneshawe had the chance to say anything, I blurted out the story of what he had done. I had no intention of getting him into trouble, but it was impossible for me to keep it to myself. Faneshawe's gesture had opened up a whole new world for me: the way someone could enter the feelings of another and take them on so completely that his own were no longer important. It was the first truly moral act I had witnessed, and nothing else seemed worth talking about."

Paul Auster en The Locked Room

viernes, 26 de octubre de 2007

This is absolutely true


Haruki Murakami en su bar, Peter Cat, en Sendegaya, Tokyo, 1978

Jazz Messenger es quizás uno de los ensayos más profundos sobre la iniciación a la literatura que jamás haya leído. En este escrito de Haruki Murakami, con la breveda profunda de las piezas de su amadísimo Art Blakley, narra su paso del bar de jazz Peter Cat, que él mismo dirigía, a la concreción de literaturas de la talla de Here the Wind Sing (1979) y Kafka on the Shore (2002).

"Whether in music or in fiction, the most basic thing is rhythm. Your style needs to have good, natural, steady rhythm, or people won’t keep reading your work. I learned the importance of rhythm from music — and mainly from jazz. Next comes melody — which, in literature, means the appropriate arrangement of the words to match the rhythm. If the way the words fit the rhythm is smooth and beautiful, you can’t ask for anything more. Next is harmony — the internal mental sounds that support the words. Then comes the part I like best: free improvisation. Through some special channel, the story comes welling out freely from inside. All I have to do is get into the flow. Finally comes what may be the most important thing: that high you experience upon completing a work — upon ending your “performance” and feeling you have succeeded in reaching a place that is new and meaningful. And if all goes well, you get to share that sense of elevation with your readers (your audience). That is a marvelous culmination that can be achieved in no other way."


Versión completa en inglés (The New York Times): http://www.nytimes.com/2007/07/08/books/review/Murakami-t.html

IV Concurso de Micro-cuentos: Literatura y desnudez


La Escuela De Letras convoca, bajo el lema 'Literatura y desnudez' su V Concurso de Micro-cuentos de animación a la lectura, que se desarrollará del 2 de octubre de 2007 al 22 de febrero de 2008 de acuerdo con las siguientes

BASES:

Podrá participar cualquier persona desde cualquier lugar del mundo siempre que el texto esté escrito en español y cumpla las bases del concurso, a excepción del personal laboral y directivo de Escuela de Letras.
Podrán presentarse un máximo de 3 textos por participante, siempre y cuando se entreguen antes de las 24:00 horas del viernes 22 de febrero de 2008.
La extensión mínima de los relatos será de 200 palabras y la máxima de 350 palabras.
El premio, único e intransferible, que recibirá el ganador del concurso es una beca de 825 euros en cursos de la Escuela De Letras (presenciales o en línea). Dicho premio no podrá ser modificado ni canjeado, y deberá disfrutarse a lo largo del curso 2008-2009.

Toda la información en: http://www.escueladeletras.com/microcuentos/

Rapidez


Ya desde mi juventud elegí como lema la antigua máxima latina Festina lente, apresúrate despacio. Tal vez más que las palabras y el concepto, me atrajo la sugestión de los emblemas. Recordaréis el del gran editor humanista veneciano, Aldo Manuzio, que en todos los frotispicios simbolizaba el lema Festina lente con un delfín que se desliza sinuoso alrededor de un ancla. La intensidad y la constancia del trabajo intelectual están representados en ese elegante sello gráfico que Erasmo de Rótterdam comentó en páginas memorables. Pero delfín y ancla pertenecen a un mundo homogéneo de imágenes marinas, y yo siempre he preferido los emblemas que reúnen figuras incongruentes y enigmáticas como charadas. Como la mariposa y el cangrejo que ilustran el Festina lente en la recopilación hecha por Paolo Giovio de emblemas del siglo XVI, dos formas animales, las dos extrañas y las dos simétricas, que establecen entre sí una inesperada armonía.
Desde que empecé a escribir he tratado de seguir el recorrido fulmíneo de los circuitos mentales que capturan y vinculan puntos alejados en el espacio y en el tiempo. En mi predilección por la aventura y el cuento popular buscaba el equivalente de una energía interior, de un movimiento de la mente. He apuntado siempre a la imagen y el movimiento que brota naturalmente de la imagen, sin ignorar que no se puede hablar de un resultado literario mientras esa corriente de la imaginación no se haya convertido en palabra. Como para el poeta en verso, para el escritor en prosa el logro está en la felicidad de la expresión verbal, que en algunos casos podría realizarse en fulguraciones repentinas, pero que por lo general quiere decir una paciente búsqueda del mot juste, de la frase en la que cada palabra es insustituible, del ensamblaje de sonidos y de conceptos más eficaz y denso de significado. Estoy convencido de que escribir en prosa no debería ser diferente de escribir poesía; en ambos casos es búsqueda de una expresión necesaria, única, densa, concisa, memorable.

martes, 23 de octubre de 2007

City of Glass II


"For every soul lost in this particular hell, there are several others locked inside madness-unable to exit to the world that stands at the treshold of their bodies. Even though they seem to be there, they cannot be counted as present. The man, for example, who goes everywhere with a set of drumsticks, pounding the pavement with them in a reckless, nonsensical rhythm, stooped over awkwardly as he advances along the street, beating and beating away at the cement. Perhaps he thinks he is doing important work. Perhaps, if he did not do waht he did, the city would fall apart. Perhaps the moon would spin out if its orbit and come crashing into earth."


Paul Auster en City of Glass

lunes, 22 de octubre de 2007

Enunciado 3


Este es el Enunciado 3 que escribí para el curso de Escritura Creativa de la Escuela de Letras de Madrid. La tarea era, a partir de un grupo de palabras seleccionadas arbitrariamente, construir un texto; sin más limitaciones. La empresa fue ardua; los resultados, dudosos. Las palabras entre comillas son las asignadas.
Enunciado 3

Era pasado el mediodía y "dormía todavía", con "la mano metida" en la entrepierna. La noche anterior, después de lamentarse por los continuos desaires por parte de Nora, la codiciada compañera de trabajo de melena rubia y senos como toronjas, decidió desquitarse en la soberanía de su imaginación. A lo largo de la velada, hasta el momento en que cedió ante "la profundidad amarilla" del sueño, se colmo disponiéndola en las más diversas posiciones: sobre el piso, de rodillas; apoyando los brazos sobre la cabecera de la cama; extendiendo las piernas hacia arriba…Le gustaba recordar qué buenas eran "las mujeres para la mecánica" del amor entre sábanas.
A la mañana siguiente el chirrido del despertador interrumpió su sueño y salió de las sábanas con relativa destreza, si se considera que éstas le pesaban como cadáveres. Cuando cruzó la habitación hacia el cuarto de baño, enfrentado al espejo del ropero, se le vino a la mente "la relación inconsciente" que el sexólogo británico Dr. Richard Sparks trazó entre la masturbación y el deseo de muerte en su célebre The Solitude of Dyonisus. Sonrió por un momento: era una tontería; a lo largo de su vida, su padre no había dicho otra cosa más que estupideces. Mientras se desvestía esperando que el chorro entibiara, recordó a su "socio masculino", Eric Magras, el norteamericano que terminó casándose con la "celebrada granjera" que empato el primer puesto junto con él, al cultivar ambos las calabazas más grande de la Feria de Wisconsin del 1963. No seas imbécil –recordó la voz de Magras mientras se desprendía de sus calzones, ya con un pie dentro del cubo de la regadera- siempre será mejor valerte por ti mismo que ir a meterte con esas "coristas mantenidas" del Ramadal. Son unas auténticas perras. "Del dinero que ahorran" en preservativos, y mira que debe ser mucho, no podrían pagarte los medicamentos para curarte las enfermedades que seguro te pegan. No tengas "cuidado o pena por la chuchería" de que te descubran en casa. No pasa de que tu hermana te cierre la puerta y no te vuelva a hablar en días, o que tu padre te meta una zarandeada.
Créeme, todos esos que ahora yacen en el Sanatorio cambiarían de inmediato su lugar por cualquiera de nosotros que tenemos como única pena la de haber sido descubiertos con las manos, con la mano quiero decir, en la masa. Incluso diría más. El padre Farías, con todo y que "usando la presencia" del Supremo trata de convencernos, seguro te recomendaría lo mismo que yo a la hora de la verdad. Por supuesto, su oficio no es guardar "la seguridad, sino la decencia" de los muchachos, pero el también es hombre. Sabe que "sometiendo el clandestino deseo", más valen unas cuantas penitencias, que una vida de vergüenzas y castidad forzada. También los cristianos necesitan reproducirse, no te creas.

Pasándose la toalla con suavidad por el miembro, pensó que quizás debió seguir el consejo de Magras. Ahora a sus treinta y siete años seguía sin poder conseguir que las mujeres se acostaran con él. Claro que para cuando tenía los pantalones abajo ya había apagado las luces, pero si atinaba a esquivar las miradas, el tacto lo delataba. Las mujeres encendían la lámpara sobre la mesa de noche y observaban con verdadero asco ese residuo semi erguido entre las piernas que amenazaba con desprenderse al menor ajetreo.Nunca más volvían.

domingo, 21 de octubre de 2007

City of Glass I


"The detective is one who looks, who listens, who moves through the morass of objects and events in search of the thought, the idea that will pull all these things together and make sense of them. In effect, the writer and the detective are interchangeable. The reader sees the world through the detective's eyes, experiencing the proliferation of its details as if for the first time. He has become awake to the things around him, as if they might speak him, as if, because of the attentiveness he now brings them, they might begin to carry a meaning other than the simple fact of their existence"

Paul Auster en City of Glass

La ultima mujer de Eduardo Berti


Ella sentía tanto pudor que evitaba desvestirse en su presencia. Un pudor desmedido, observó él. Un pudor que ocultaba, se diría, algún misterio. Por fin le dio la espalda, se quitó la blusa y volteó enseñándole unos senos puntiagudos, aunque cruzando los brazos a la altura del abdomen. "¿Ves?", le dijo sin mirarlo. "Ningún hombre vio antes esto", y le mostró en consecuencia su asombroso cuerpo sin ombligo.

"Cuando nací -contó-, no hizo falta cortar el cordón umbilical. Tiraron de él y mi ombligo se arrancó, limpio y entero, del vientre. Mi padre me puso Eva, como la primera mujer que, al nacer de la costilla de Adán, también carecía de un ombligo. Mi madre se sobresaltó y, en un arranque de superstición, exclamó que si la primera mujer había nacido sin ombligo, ahora yo podía muy bien ser la última. Los médicos rieron de buena gana; aun así, hasta que en el ala contraria no nació la siguiente niña, una incertidumbre (no sé si exagerada) reinó en aquel hospital".

El escuchó en silencio su relato y se rió de la misma forma que los médicos parteros. Luego recorrió con la lengua el vientre liso. Y la amó como si en efecto fuera la última mujer en la tierra.

Microfiction Glimpses

For sale: baby shoes, never worn.


Ernest Hemingway

viernes, 19 de octubre de 2007

De "El retorno" de Roberto Bolaño


"....,de su mórbido deseo de no causar daño a nadie que tal vez encubría el oculto deseo de que nadie le hiciese daño a él,..."

lunes, 15 de octubre de 2007

Enunciado 1


El siguiente texto es el primer ejercicio (Enunaciado 1: un sueño mientras ocurre) que entregué en mi curso en línea de Escritura Creativa en la Escuela de Letras de Madrid. Sus numerosos incumplimientos con los requisitos de la tarea le merecieron proporcionales y justas críticas.

Un sueño

La sombra en la pared del pasillo interior comienza a crecer en altura hasta que, de golpe, recupera la auténtica proporción de la criatura a la que pertenece. Y si bien antes difusa, ahora dibuja con precisión su figura; como un obturador que se abre. Reluciente por el beso de las aguas del pantano, la bestia arrastra su escamada y azul cola con una pericia alucinante, si se considera que es un reptil completamente silvestre quien asciende por las estrechas escaleras domésticas.
En realidad, esto último no debería sorprenderme; ya cada uno ha dominado, a fuerza de la repetición constante -temo que infinita-, los inconvenientes de sus rutinas. Y es que han sido tantas las veces en que hemos representado el mismo papel: él, el de déspota verdugo; yo, el de víctima fatal.

Después de transcurridos uno o dos minutos, finalmente llega a la boca de la escalera. Se detiene unos instantes en el pasillo acomodando su chato cuerpo en dirección a la puerta de la habitación, y, con una atroz conciencia del suspenso, permite que del reloj en la pared escapen unos segundos más, antes de ingresar a la recámara.
Lo primero que noto es la gruesa línea de color sanguinolento que atraviesa de cabo a rabo su espalda; después, su cabeza plana y presumiblemente pesada, y las exageradas proporciones de su estómago, que guarda los intestinos donde me alojará. Continuó respirando acompasadamente; en una actitud que se diría incluso absurda, por la indiferencia que exhibe.

No tarda, después de esforzarse por subir a los pies de la cama, en deslizarse hasta estacionarse sobre mí torso y abrir las enormes, amarillas fauces. Podría ofrecer resistencia, batirme con el animal hasta las últimas consecuencias, pero he comprendido que, forcejeo o no, irremediablemente desemboco en la misma oscura y tibia cámara.
En un gesto que de en cierto modo me alegra, el animal dibuja en su rostro una sonrisa diagonal que insinúa la complicidad de quienes han compartido crímenes, adulterios, estafas o eternidades. Comienza a ingerirme en orden inverso: primero los pies y las piernas, que le toman alrededor de un cuarto de hora; luego el tórax y los pulmones, que, al reventar, sangran con singular profusión... (La secuencia, por supuesto, continua, pero me es imposible narrarla con rigor: el dolor, que me recorre como electricidad, y la falta de oxígeno, han cancelado mi conciencia y cegado mi percepción.) Se imponen, al cabo, las sombras del trance.

Mientras espero, de nuevo, el comienzo en esta antesala sin tiempo y sin espacio, babosa y muda, me pregunto si en algún momento podré cruzar y alcanzar la luz al otro lado del sueño, que, ha fuerza de repeticiones, ha logrado hermanar, al colmo del absurdo, a un reptil con un joven adulto como yo. No lo sé.
Aunque, convertido en un residuo que flota en sus ácidos intestinales, cierro los ojos (como si en esta penumbra hiciera falta) y ruego por el final, lo cierto es que que despertando en el mismo cuarto, soporoso y alfombrado, para después protagonizar, ya sin rastro alguno de temor, pero con absoluta disciplina, la misma serie de eventos.

Es verdad que la vigilia no me ofrece demasiado, y que he hecho de este sueño, que se devora a sí mismo como el ouroboros, una casa en la que deambulo por sus cíclicas habitaciones. Acaso mi único anhelo al despertar será consultar la Enciclopedia en los estantes de la biblioteca familiar para precisar la especie de este que, con infinito ahínco, me da muerte, y al que sin embargo me siento ya tan estrechamente unido.
Por ahora, sólo puedo apuntar que, en sus pequeñas y embotadas extremidades, advierto la orgullosa genética de un Crocodylus porosus, natural del occidente del África central. Quizás algún día, a la caliente sombra de un Safari, logre reconocer su marca carmesí de entre un puñado de agazapados cocodrilos africanos, a la orilla de un pantano negro, y alcance a regresarle la sonrisa que aun le debo.

sábado, 13 de octubre de 2007

"Escribo cosas raras, muy raras"


Reconocido por la crítica internacional como uno de los autores más importantes de la actualidad, el novelista de Tokio Blues, Haruki Murakami, señala que la soledad es el principal tema de su obra; habla de sus gustos literarios y de su interés por la cultura popular; y reflexiona sobre la importancia de la música en su escritura

-¿Cómo relaciona su escritura y la composición musical?

-El ritmo es lo más importante porque es la magia, lo que invita a la audiencia a bailar y lo que yo quiero son lectores que bailen con mis palabras. No quiero que entiendan mis metáforas ni el simbolismo de la obra, quiero que se sientan como en los buenos conciertos de jazz, cuando los pies no pueden parar de moverse bajo las butacas marcando el ritmo. Luego viene la melodía, que en literatura es un ordenamiento apropiado de las palabras para que vayan a la par del ritmo y la armonía. Después llega la parte que más me gusta: la libre improvisación. Yo empiezo a escribir sin ninguna estructura, apenas con alguna imagen o una serie de personajes que me interesan. Así como los lectores, no puedo esperar a dar vuelta la página para saber qué pasa con esta gente que he creado, porque no tengo idea del argumento, simplemente dejo que la historia fluya libremente desde mi interior y me sorprendo a mí mismo. Por eso creo que la libre improvisación es simplemente llegar a la esquina sin aliento para ver qué hay al girar en ella, con un sentimiento de excitación que debería ser transferido a los lectores, lo mismo que la sensación de libertad. Esto ya es el punto final, la elevación, esa emoción que uno experimenta al completar su interpretación y sentir que ha alcanzado un lugar nuevo y significativo, que ha logrado mover a la audiencia del punto A al punto B, que la ha transformado y nunca volverá a ser la misma. Es una culminación maravillosa que no puede obtenerse de ninguna otra manera e implica que el lector o quien ha escuchado la música ya es otra persona. Cualquier libro que logra eso se ajusta a mi definición de un buen libro.

-¿Qué libros lograron que usted se sintiera otra persona luego de leerlos?

-Uff, muchos, Dostoievski, Kafka, Dickens, Scott Fitzgerald, Carver, García Márquez, Manuel Puig

-Lo atrae mucho la cultura popular

-Sí, soy fanático de la serie Lost en televisión, hasta compré la casa en Hawai donde se filmó la primera temporada; la única otra serie que recuerde que me haya gustado tanto fue Twin Peaks , de David Lynch, hace años. Estaba tan obsesionado con el programa que no podía esperar el capítulo siguiente. Yo no soy un tipo inteligente de gustos sofisticados: me gustan las buenas historias y punto. Si una buena historia está en un libro o en la televisión, para mí es lo mismo, la admiro. Pero a las cosas intelectualosas sin una buena historia detrás no las admiro, porque no tengo gustos académicos: antes de ponerme a escribir tenía un bar de jazz donde yo preparaba los sándwiches y servía los tragos hasta la madrugada. Soy un mero trabajador, que disfruta de la cultura popular, mientras que la mayor parte de los escritores son unos esnobs que ni a mí me gustan ni yo les gusto a ellos.

De maratón usted entiende bastante, es un corredor casi profesional. ¿Cómo se vincula su entrenamiento físico con su escritura?

-En general no pienso en nada al salir a correr, como mucho, escucho música. Muy cada tanto me aparece una idea y pienso, ¡sí! Pero básicamente correr es parte de mi rutina como escritor y escribir es parte de mi rutina como corredor. Hawai es la Meca de los triatlonistas, y participé hace poco del triatlón de Honolulu. Mientras me entrenaba, durante ocho meses, escribí mi última novela, que saldrá en breve. Me levantaba a las cuatro de la mañana, tomaba un café y salía a correr por una hora, volvía y me ponía a trabajar hasta la hora del almuerzo, luego hacía una siesta y a la tarde traducía y escuchaba música para refrescar la mente. A las nueve de la noche a más tardar ya estaba en la cama. Jamás hago vida nocturna mientras escribo. Todo el último año estuve invitado por la Universidad de Hawai y avancé mucho en mi escritura, sobre todo porque a diferencia de lo que ocurre en Tokio, aquí no suena el teléfono a cada rato. La gente viene de vacaciones a Hawai: yo vengo a correr y trabajar, dos de las cosas que más me gustan, por eso la paso tan bien.

Versión completa (La Nación): http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=943083

Las palabras


LAS PALABRAS

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.


Octavio Paz (1914-1998)

domingo, 7 de octubre de 2007

Susan Sontag on Solitude



"Siempre he gozado siendo yo mismo, y la compañía de los demás me resulta mucho más placentera cuando se diluye entre grandes cantidades del placer que encuentro en mí mismo, en mis sueños, en mis fantasías."

The Benefactor (1963).

De Putas Asesinas (2001)


"-Finalmente, sin tiempo para mirarme en el espejo, para comprobar el grado de perfección de mi atuendo, aunque probablemente si hubiera tenido tiempo tampoco me habría querido ver reflejada en el espejo (lo que tú y yo hacemos es secreto), dejo mi casa con sólo la luz del porche encendida, me subo a la moto y atravieso las calles en donde gente más extraña que tú y que yo se prepara para pasar un sábado divertido, un sábado a la altura de sus expectativas, es decir, un sábado triste y que no llegará jamás a encarnarse en lo que fue soñado, planeado con minuciosidad, un sábado como cualquier otro, es decir, un sábado peleón y agradecido, bajito de estatura y amable, vicioso y triste. Horribles adjetivos que no me cuadran, que me cuesta aceptar, pero que en última instancia siempre admito como un gesto de despedida. Y yo y mi moto atravesamos esas luces, esos preparativos cristianos, esas expectativas sin fondo, y desembocamos en la Gran Avenida del estadio, solitaria todavía, y nos detenemos bajo los arcos de los puentes de acceso, pero fíjate que curioso, presta atención, cuando nos detenemos la sensación que siento bajo las piernas es que el mundo sigue moviéndose, como efectivamente sucede, supongo que lo sabes, la Tierra se mueve bajos mis pies, bajo las ruedas de mi moto, y por un instante, por una fracción de segundo, el encontrarte carece de importancia, te puedes marchar con tus amigos, puedes ir a emborracharte o tomar el autobús que te devolverá a tu ciudad. Pero la sensación de abandono, como si me follara un ángel, sin penetrarme pero en realidad penetrándome hasta las tripas, es breve, y justo mientras dudo o mientras la analizo sorprendida se abren las rejas y la gente comienza a salir del estadio, bandada de buitres, bandada de cuervos."

Fragmento del cuento "Putas Asesinas" del chileno Roberto Bolaño.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Sobre el exceso (o los criticos)


"A Lumberhouse of Books in every head,
For ever reading, never to be read."

Alexander Pope (1688-1744) en The Dunciad

Por que leer los clasicos


Por qué leer los clásicos: en palabras de Italo Calvino:

(...)

11. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.

(...)

4. Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera.

5. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura. La definición 4 puede considerarse corolario de ésta:

6. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.

(....)

10. Llámase clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes.
Con esta definición nos acercamos a la idea del libro total, como lo soñaba Mallarmé.


Por mi parte, apenas una carta de navegación de entre las tantas circulantes: Kenneth Rexroth, Recordando a los Clásicos, FCE, México, 270 pp., $108.

Encuentro en Nueva York: conversacion entre Paul Auster y Tomas Eloy Martinez




La literatura es conversación, pero no sólo con los difuntos, como quería Francisco de Quevedo. Para fortuna nuestra, tenemos un puñado de escritores vivos y coleando capaces de transmutar una plática entre amigos en iluminadora digresión. En Encuentro en Nueva York, diálogo sostenido entre dos de los más importantes escritores de la narrativa estadounidense y latinoamericana de los últimos tiempos, Paul Auster y Tomás Eloy Martínez, respectivamente, la tesis del principio no hace más que comprobarse a la vez que los autores reflexionan sobre las distancias entre los universos literarios a los que pertenecen, los avatares de su arte, y las implicaciones del tiempo y la historia sobre esta.

"TEM: -Ese es el quid del asunto y la tarea más compleja del novelista: impregnar de verosimilitud una realidad que solo existe porque la imagina y permitir que los lectores sientan esa realidad imaginada como verdadera. Cuando escribo ficciones, tiendo a creer que todo lo que imagino es real. O tal vez no solo lo creo: lo deseo. ¿Recordás "El narrador", ese ensayo breve de Walter Benjamin que está en la última parte de sus Iluminaciones ?"

"PA: -Por eso escribimos ficciones: para entender. En las novelas podemos rehacernos, empezar desde cero en cada libro nuevo. De algún modo, trabajo contra todo lo que hice antes. Esa es la aventura de escribir: la novedad. Nunca has escrito este libro antes, en consecuencia tenés que enseñarte cómo hacerlo a medida que avanzas. Siempre me siento un principiante. Y el pasado no afecta en absoluto. El hecho de que haya escrito otros libros no significa nada. Cada vez que comienzo algo, soy nuevo. Si sintiera que estoy escribiendo de algún modo el mismo libro que he escrito antes, sin darme cuenta, sería terrorífico. Realmente aterrador. ¿No te pasa lo mismo?"

"PA: -En los Estados Unidos, si bien no hemos tenido una dictadura, vivimos desde hace mucho tiempo en estado de desinformación. No conocemos la verdad de lo que está sucediendo. La prensa juega en esto un papel muy importante, porque ha improvisado su agenda al ritmo de las políticas del gobierno. Hace poco, por ejemplo, The Washington Post publicó un artículo extenso, en varias partes, sobre [el vicepresidente Dick] Cheney y todas sus manipulaciones y sus actividades ilegales, y un lector envió una carta al Post diciendo: "Bueno, estoy muy contento por haber leído este informe sobre el vicepresidente pero, ¿no llega unos seis años tarde? ¿Dónde estaban los periodistas mientras esto sucedía?". La prensa ha seguido la corriente del gobierno y es una de las razones por las cuales estamos en problemas hoy. Siri y yo hablábamos de la elección, nos preguntábamos a qué candidatos preferíamos, y de pronto me di cuenta de que no sabemos quiénes son realmente. No sabemos nada, excepto lo que leemos en la prensa."

"TEM: - Don Quijote es inagotable. Podríamos hablar días y días de ese libro que las imperfecciones convierten en perfecto. Siempre me ha sorprendido que Cervantes haya tratado de convencer al lector de que el Quijote era una traducción. Lo hizo para desaparecer como autor. No hay autor, el autor es otro, un árabe desconocido, no un novelista sino un historiador, Cide Hamete. La gran novela de la lengua castellana -y acaso la Gran Novela, a secas- se presenta, así, como una novela traducida. Esa observación permite varias hipótesis de lectura. La primera, ajena por completo a las intenciones de Cervantes, incorporaría el Quijote a un corpus de obras detrás de cuya voz original hay, se supone, otra voz. Es lo que pasa con los cinco primeros libros de la Biblia y con el Corán, porque traducen la voz de Dios. Sin embargo, Cervantes elimina todo asomo de autoridad y mantiene siempre la voz del autor -su voz- en estado de indecisión. La idea tradicional de autor suponía que este se ubicaba siempre en el pasado de su propio libro. Cervantes, sin embargo, sobre todo en la segunda parte, publica los hechos antes, durante o después de que sucedan, dejando la impresión de que hay siempre un ojo que lee los pensamientos, los deseos y los actos más secretos de los personajes. Los personajes viven por su cuenta."

Versión completa en La Nación: http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=932501

martes, 2 de octubre de 2007

De como transustanciar la timidez en erudicion




"Era timidísimo y leía en el tranvía, pero sólo se bajaba si alguien más lo hacía; le parecía una descortesía que el tranvía se detuviera sólo por él. Como era tan tímido, seguía leyendo hasta que alguien más hiciera la parada, y así se volvió culto."

Juan Villoro sobre Pere Calders, cuentístista catalán exiliado en México. La cita pertenece a la conversación del escritor mexicano sostenida con el argentino Ricardo Piglia el pasado 18 de mayo en la sala Alfonso Reyes de El Colegio de México.

Writing in the Dark o La palabra contra los depredadores



David Grossman es considerado el escritor más importante de la literatura israelí contemporánea y ha merecido, entre otros, los premios literarios, Grinzane-Cavour, Mondello, Valumbrosa y Sappir, además de ser distinguido con el Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres de Francia.

En Writing in the Dark, Grossman reflexiona sobre las facultades de la escritura para, renombrando el exterior dotándole de nombres íntimos y privados, reapropiarnos del mundo que cada vez se estrecha más, y así recuperar nuestra identidad y nuestra libertad.

Antes, algunas selecciones:

"Es difícil hablar de uno mismo, y por eso antes de hablar acerca de mi experiencia de escritura actual, en este momento de mi vida, quiero decir algo acerca del impacto que un desastre, una situación traumática, tiene sobre toda una sociedad, sobre todo un pueblo. Y de inmediato recuerdo las palabras del ratón de "Una pequeña fábula", el cuento de Kafka. El ratón, que dice, mientras la trampa lo encierra y el gato lo acecha desde atrás: "Ay... el mundo se hace más estrecho cada día." Sin duda alguna, tras muchos años de vivir en una realidad violenta y extrema, plagada de conflictos políticos, militares y religiosos, puedo informarles, con tristeza, que el ratón de Kafka tenía razón: el mundo, por cierto, se hace cada vez más estrecho, cada vez más reducido con cada día que pasa."

"En realidad, es un proceso absolutamente comprensible: después de todo, la riqueza natural del lenguaje humano y su capacidad de expresar los matices y los hilos más delicados de la existencia pueden resultar profundamente hirientes en esas circunstancias, porque nos recuerdan incesantemente esa pródiga realidad de la que nos han despojado, su verdadera complejidad, sus aspectos más sutiles. Y cuanto más irresoluble parece la situación, y cuanto más plano es el lenguaje empleado para describirla, tanto más se reduce el discurso público. Sólo quedan las banales y rígidas acusaciones mutuas entre los enemigos, o entre los adversarios políticos del mismo país. Sólo quedan los clichés que usamos para describir a nuestro enemigo y a nosotros mismos, esos clichés que son, en última instancia, una colección de supersticiones y de crudas generalizaciones en los que nos encerramos y encerramos a nuestros enemigos. El mundo, sin duda, se está haciendo cada vez más estrecho."

"Escribo. Le doy a un mundo externo y extraño mis nombres más íntimos y privados. En cierto sentido, lo hago mío. En cierto sentido, dejo de sentirme exiliado y extraño para sentirme en casa. Con eso ya estoy haciendo un pequeño cambio en lo que antes me parecía inalterable. Además, cuando describo la hermética arbitrariedad que signa mi vida -la arbitrariedad humana, la arbitrariedad del destino-, de pronto descubro nuevos matices, sutilezas. Descubro que el solo hecho de escribir acerca de la arbitrariedad me permite cierta libertad de movimiento con respecto a ella. Que el solo hecho de enfrentarme con la arbitrariedad me concede libertad... tal vez la única libertad que un hombre pueda tener para defenderse de cualquier arbitrariedad: la libertad de expresar su tragedia con sus propias palabras."

"Y sin embargo, éste es el gran misterio, la gran alquimia de nuestras acciones: en cierto sentido, en cuanto aferramos la lapicera o tecleamos en la computadora, dejamos de ser víctimas indefensas de aquello que nos ha sometido y humillado antes de que empezáramos a escribir, ya sea nuestra situación o nuestras angustias privadas, la "historia oficial" de nuestro país o el destino mismo. "

Texto en español (La Nación): http://www.lanacion.com.ar/Archivo/nota.asp?nota_id=909893

Texto en inglés (PEN American Center): http://www.pen.org/viewmedia.php/prmMID/1490/prmID/918