sábado, 10 de noviembre de 2007

1995, el año que lo pasamos juntos

Hicimos el amor desde que amanecimos, sobre una cama cubierta de sábanas floreadas. Tu olor se quedo estampado entre ellas, y lo único que perturbó el silencio de la casa fue nuestra batalla. Fumé y tomé un vasito de tequila sobre la mesa de noche, cubierta de cenizas. Te dormiste primero, yo lo hice después; atento a la forma en que tu piel se agitaba mientras soñabas. Cuando te levantaste, ya cerca de las cinco de la tarde, vi como la luz se coló entre las cortinas de encaje y pegó sobre tu espalda, bajando por tus nalgas. Volví a tener una erección pero, agotado, fingí estar dormido. Cruzaste las habitaciones hasta llegar a la cocina de mosaicos amarillos donde, esperando que se calentará el café, leíste desnuda mi librito de poemas de Luis Cernuda en la mesa del comedor. Vi que sonreíste al encuentro con una de sus páginas. Lo dejaste y te serviste una taza; me volteaste a ver, pero conluiste que me habías derrotado. Por veinte minutos, bebiste a sorbos ese café con la vista perdida en la ventana. Mientras, imagine qué sabría sentir su licor caliente recorriéndome, pero convertido en ti. Quise ser tú.

Marzo de 1995.

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